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la solapa de los sueños

la solapa de los sueños

Préndeme a la solapa de tus sueños,
y serán pequeñas las distancias entre dos.
Deja que sea el primer café amargo
que te endulza en las mañanas de enero,
y sembraré los campos que son país en tus límites,
bajo las banderas que cubren las caderas de un mes de abril.
Rómpeme por la mitad del aburrimiento,
y pégame a la totalidad de tu risa,
cuando las puertas se cierran desde el otro lado de la pared.
Préndeme a la solapa de tus sueños,
y no me despiertes hasta que no te tengas que ir.

© wilipokit “la solapa de los sueños”

domingo

domingo

Hoy domingo de Rastro, domingo que vende la compra,
y que compra lo que se vendió después de comprar.
Domingo de boquerón en vinagre y oliva,
y de patatas bravas al capote de una Mahou.
Hoy empujón e incienso, cobre y cartón,
hoy besos de “hash” y caricias de la India.
Hoy envida a grande Lavapiés,
a pares y a juego,
y se oye un órdago
de Cascorro en el salón.

© wilipokit “domingo”

los amigos del Pulga

los amigos del Pulga

Mañana es sábado, no hay cole, y encima vienen unos amigos del Pulga, de los del otro barrio donde vivía antes. Cuando vienen los amigos del Pulga nos lo pasamos en grande, aunque siempre discutimos, porque claro, el Pulga ahora es de mi barrio, y sus amigos no lo entienden. Él dice que es de los dos barrios a la vez, pero lo que yo le digo; “Pulga, si eres de los dos barrios a la vez, tienes que estar en los dos barrios a la vez, y no eres Dios...”, y el Pulga me dice; “no seré Dios, pero tampoco quiero que me peguen estos, que son más que tú y yo...”
El Pulga es un sabio, pero le pasa que no lo sabe aún.

© wilipokit “los amigos del Pulga”

frío

frío

Hoy hace un frío que pela. He salido a la calle, y he estado patinando en los charcos que hay de camino hacia los billares. Tenemos campeonato, y con un poco de suerte el Pulga, y yo, nos levantamos unas perrillas para ir al cine y comprar tabaco. Con el frío que hace en la calle hoy estarán los recreativos hasta la bandera, mucho mejor así, es más fácil encontrar pardillos a los que ganar. Espero que el Pulga haya dormido bien, porque cuando no duerme no mete una bola, y lo que yo le digo; “Pulga, si vienes a dormir, mejor te quedas por ahí”, y él me dice; “sí, por ahí, con el frío que hace...”
El Pulga y yo nos queremos, pero hay veces que podría dejar de quererlo con casi nada de esfuerzo.

© wilipokit "frío"

el pulga

el pulga

No sé si mi hermano Pokito os habrá hablado de mi amigo “el Pulga”, seguro que no lo ha hecho, el muy miedica... El Pulga, cuando éramos más pequeños, a Pokito le contaba historias de miedo; de brujas, otras veces de hombres que vomitaban verde, otras veces de más cosas que daban mucho miedo. A Pokito le asusta que hable del Pulga, pero es que es mi mejor amigo, además de que usa la misma talla de botas que yo, y me presta las suyas de fútbol.
Bueno, pues el Pulga y yo nos fuimos un día al centro comercial que hay donde vive una cuñada de él, aunque no sé muy bien si será verdad, porque el Pulga dice que habla con su padre por teléfono, y luego resulta que me enteré que no tiene padre, así que lo mismo es otra trola de las suyas. En el centro comercial ése hay un montón de cosas, y un montón de pringaíllos que van de la mano de sus mamás... El Pulga dice que si tuviese madre, nunca iría de la mano de ella por la calle. Y lo que yo le digo: “calla Pulga, si tú no tienes madre, qué más te da”. Y el Pulga se mosquea, pero se le pasa enseguida, y nos vamos al burger a lo que sea, allí los dos como siempre.
Hay tardes que vamos al cine, y nos lo pasamos bomba. Empezamos a dar patadas en el suelo, ahí, macho... qué bien nos lo pasamos, y es que el Pulga es muy bueno como amigo. Nos gustan las películas de batallas con espadas, las de besos y amor, decimos los dos que no, pero creo que al Pulga le gustan algo, no mucho pero algo sí, porque se queda mirando las fotos del cartel en las que salen los besos.
El día que nos echemos novias, hemos pensado que mejor que sean hermanas, así podemos estar juntos en su casa, porque el Pulga y yo queremos que sean hermanas, y que tengan padres.
Bueno, ahora me voy a ver un rato al pringao del Pokito que estará llorando porque se ha quedado solo, siempre anda echando de menos a alguien, el tío, y lo que yo le digo; “Pokito, así tú no sales del orfanato ni queriendo”, pero el no me hace caso, y eso que soy mayor yo.

© wilipokit 2005 “el pulga”

.i.n.d

¿Qué haría un cristal de escaparate, sin personas que se miran en él? Lo mismo que un gol sin voces que lo griten, o un cura sin pecados que perdonar, para perdonarse. Igual que una noche de bodas en un tanatorio, con orquesta y coros celestiales, en terciopelo rojo.
¿Qué sería del dinero si no hubiera precios? Sería el peine del calvo que un día tuvo pelo, el orgasmo del eunuco que engañó a su cabeza, o las colas del teatro para funciones agotadas desde el principio del último acto de fe.
¿Qué sería de la vida sin preguntas absurdas? Sería como saberlo todo y estar muerto, en el cielo. Allí dicen que uno lo sabe todo. Allí no puedes jugar al trivial. Allí siempre empatas con todos. Bueno, así no discuten,y el cielo sigue siendo el cielo. Por eso, esto no lo es, ni yo soy el blandengue de pokito...

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universos opuestos

universos opuestos

Hoy me asomé al borde del Universo, y en el límite me encontré a otro tipo, asomado. Miraba desde otro Universo, frontal al mío, mientras agitaba una mano saludándome. Me preguntó si el mío era infinito o en expansión, “en expansión”, pensé yo. Cada vez le veía más cerca y podía escuchar mejor su voz, decirme asustada, que el suyo era infinito, preocupado por ver su fin.
Tres vacíos de por medio, se veía otro Universo, más pequeño, se vestía de uniforme y medallas, que él pensaba eran estrellas, como las que lucía en las hombreras y en los puños. Vimos asombrados, mi vecino frontal y yo, como encogía entre sonidos de desfile en marcha hacia lo irremediable, encendimos un cigarrillo, tranquilamente, y observamos callados a ese Universo en una implosión, explosivamente bella, desaparecer.
Con gesto de agrado en la cara, mi frontal vecino se despidió y me citó para el día siguiente, en el mismo borde, y sin hora. Pensé, casi sin pensarlo, que debíamos fijarla. Él me contestó con una sonrisa que me resultó familiar: “cuando tú estés, yo estaré”.

wilipokit "universos opuestos"