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Demóstenes Garcia

Demóstenes Garcia Demóstenes García era el tonto del pueblo... Todo pueblo que se precie de ser un pueblo civilizado tiene un tonto, un tonto que pasea la verdad dislocándola sin pudor, y Demóstenes era el esguince de la verdad en su pueblo, mientras montaba en su triciclo.
Pasaba el día yendo de la avenida principal, desde la tienda de Carmencita, hasta el consultorio del doctor Fonseca. Con su sonrisa como saludo, y la eterna camiseta de rayas como uniforme, Demóstenes García no reparaba en ofrecerse para ayudar a sus vecinos. Había mañanas que se le podía ver en el almacén de don Servando, el frutero, colocando la fruta en las cajas. Había aprendido que debía poner los frutos más grandes, y con colores más vivos, siempre arriba, y acto seguido los más pequeños. Así, don Servando, con una habilidad en las manos, y el verbo, que envidiarían los magos, y abogados, de medio mundo, daba salida a las piezas que nadie elegiría por sí mismo. Demóstenes sonreía siempre que ayudaba a don Servando, sabía que era participe en el engaño, y eso le satisfacía por alguna razón.
Otro de los lugares en los que Demóstenes pasaba su tiempo era en la funeraria de la señora Dolores. La señora Dolores era una amable viuda que se había hecho cargo del negocio cuando falleció su esposo, don Hipólito. Don Hipólito murió al año de casarse con la señora Dolores, un fatal ataque al corazón truncó su largo fervor por la muerte, y como justa recompensa, la muerte le dio cobijo. El desafortunado hecho sucedió una noche, cuando don Hipólito se disponía a maquillar a un difunto. Éste se encontraba sobre la mesa, tapado totalmente por una sábana, en mortal espera para parecer vivo. Pero ocurrió que el cadáver, contra toda ley vital, se abalanzó sobre el pobre funerario que, lógicamente, sufrió un ataque de pánico mortal de necesidad. No había nadie en la sala, así que nadie supo el motivo por el que el corazón se paró. Demóstenes quiere mucho a la señora Dolores, ella le enseñó el juego que más le gusta jugar, el escondite y susto. Demóstenes se reía en el entierro de don Hipólito, y el pueblo enteró pensó: “pobre tonto”.
También se le podía ver con el cura, y sonriendo, con la policía local, y sonriendo, con el juez , y sonriendo mucho. Demóstenes era tonto, sí, pero no era un gil...

© wilipokit “Demóstenes García”

6 comentarios

Octavia -

Sí que mola , sí...

Cerro -

Demóstenes mola, y va a ser uno de los musos cuenteriles, ya verás, ya... Bss.

wilipokit -

Mulú, gracias, lo mismo tenía la misma suerte que "Sifo" Besos.

Sifo,suertud@. :)

besos pa todos.

Sifo -

:-))

Sinfo -

Sifo = yo.

Mulú -

jaaaaaaaaaaaaa!! nada gil tu Demóstenes!!
y qué otra cosa hacía Doña Dolores por él?

Muy bueno, Chussi, disfruté de leerlo

un besote grande,
la mullighan