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libre pensamiento

Ayer, mientras ordenaba la jaula de mi rata Juliana, me vinieron a la cabeza, así, de sopetón, las palabras: “pensamiento, y libre”. Yo pensaba, porque a veces lo hago, que todos éramos libres de pensar lo que quisiéramos, pero entonces me di cuenta de algo que me hizo dejar a un lado la jaula, y a Juliana sin cenar. Si hay pensamiento libre, es porque debe de haber pensamiento prohibido. Eso es así, porque me he dado cuenta de que todo, en esta vida de internados que vivo, tiene su contra. El blanco tiene al negro, y lo putea, arriba tiene abajo, que también sirve para ejemplo del blanco y el negro, el día tiene a la noche, el mar a la tierra, el bien tiene al mal, y la inteligencia me tiene a mí. Bueno, pues si hay pensamiento libre, también hay pensamiento prohibido, y si hay pensamiento prohibido, es porque hay alguien que lo prohíbe, y opina que debe de ser así. No me voy a perderme en teorías sobre qué debe de ser lo prohibido, y qué no debe de serlo, por una vez en mi vida voy a reflexionar sobre algo importante, y a la primera. El tipo que prohíbe los pensamientos, creo, debe de ser el mismo que deja libres a los otros. Bueno, pues sí es así, ¿por qué los deja libres? ¿Por qué unos sí, y otros no? Yo, me temo, que los pensamientos que deja libres son los que no le asustan. Porque alguien que vele por la libertad de pensamiento debe de temer que ésta se pierda, y con semejante miedo encima, ni puede vivir en paz, ni puede permitir ciertos pensamientos que, según él, pongan en peligro a los suyos, que son los que nos dan la libertad en el noble arte del pensar. Entonces... ¿la libertad, sólo es libertad si se piensa a favor de la que nos dice el tipo que es la libertad? ¿Y tenemos libertad para decirle, libremente, que lo mismo no nos está dejando ser libres? Lo que más me lía es que, me parece, que la libertad está muy unida al miedo, o más bien, está bastante atada por el miedo, y si el miedo nos hace libres, pues eso, que vamos de ala.

Bueno, me voy a ver si algo útil, no sé, pensar en la Santísima Trinidad, a ver si despejo la incógnita trifásica del misticismo “pret a porter”.

 
 
© pokit in a pocket. ch.a.d.t. “libre pensamiento”   

perro apaleao

Llevaba el olor que dejan las partidas perdidas, pegado a sus ropas, filtrándose por los poros de la piel hasta emborrachar un alma ennegrecida por un derrota que no dejaba de ganarle.  Posponía para pasado mañana siempre su hoy, mientras entre las uñas de las manos, se le quedaban pegados los trozos del ayer al que se recurre cuando hay tormenta. Sus pensamientos dejaron de ser puros hacía ya muchos años, no quiso seguir la teoría general que dice; “dos más dos, son cuatro”, y se reivindicó en las matemáticas de números moldeables a la altura de la cintura.

Pagó a más de un sicario para que le matase, pero siempre se encontraba con el mismo problema; su poco tino le llevaba a contratar a asesinos católicos, y practicantes, con lo que desechaban la idea cuando observaban en el hecho un posible suicidio encubierto. Intentó olvidarse de las pesadillas que le traía el día, esas a las que ahogaba en viejos vasos, cuando la madrugada se destilaba con el sabor a güisqui de relleno. Militó en las ideas contrarias, en la disconformidad más absoluta, y supo que no debía callarse a tiempo, cuando en el tiempo se le comenzaron a gastar las palabras que no tenían eco. Tuvo una ilusión que le duró un día, y con ella, exiliada, vivió hasta donde la memoria le alcanzó para poder olvidar su patria.

Su imagen dura no era otra cosa que el resultado de una infancia tierna, a destiempo. Sus pasos torpes sobre la exacta habilidad de la realidad, no le llevaron más allá de los barrios en los que se mezclan los olores de las comidas, con los sinsabores cotidianos a los que sabe el extrarradio que pasea hasta la cola del paro.

Se dio cuenta de la cuenta que le daba la vida, llena de números rojos escritos con su sangre, y de balances torcidos hacia el debe de haber, pero no ha habido. Miró a las estrellas, se despidió de ellas diciéndolas: “ahora mismo nos vemos”. Recordó a sus seres queridos, y los lugares que le habían dado cobijo a lo largo de la vida. Por último, inventó de nuevo el recuerdo de ella, escuchó su voz, el sabor de su voz, el tacto de aquella piel prohibida que le rescató para perderse después. Una vez terminado el ritual de recuerdos, cerró los ojos, y dejando caer la cabeza levemente hacia atrás, se disparó un tiro en la sien, que como siempre, sólo impacto en la intención.

Ahora vive a causa de un ataque de muerte.

 
 
© pokit in a pocket. ch.a.d.t. “perro apaleao”     

Casijuán Casigonzález Casidelossantos y Casimontoro

El día que llamaron de la NBA a uno de los enanos del circo que había montado, supe que esto de llamarme Casijuán no era algo irrelevante. Llamarse Casijuán Casigonzález Casidelossantos y Casimontoro, es algo que marca la vida de uno, o de dos inclusive, que es lo que tiene el “clusive”, que si dos ya están justos, y encima marcados, pues se cortan las alas de la libertad del espacio vital y eso. Yo no fui un niño, fui un casiniño con una casimadre, y un casipadre al que casi conocí, pero se marcho de casinos, y así hasta la fecha. En el colegio casi aprobaba, la época del colegio fue una época dura, y siempre era el arbitro en los partidos del recreo. Y así siempre, o casi siempre, porque el casi es mi tercer cromosoma. Hubo un tiempo en el que mi cromosoma favorito era uno que tenía de Maradona, firmado por él. Me salió en un Phoskitos, el cromosoma, no Maradona. A Maradona le conocí en la Línea de la Concepción, allí me firmó el cromosoma, antes de un partido. Menos mal que se fue pronto de esa afable, pero amigable ciudad, porque la gente ya comenzaba a llamarla sólo La Concepción, y de ahí a la Concha hay un paso, y si sólo hay un paso hasta la Concha, es que estamos en Donosti, o cerca...
Pues eso, que el cromosoma “casi” es el que se impone en el árbol genealógico de mi patio neuronal, que no debe de ser muy privado, porque escucho voces que me dicen que asesine amistosamente al prójimo. Casi me casé con mi novia de toda la vida, casi me entregó su virginidad tras once años de vida casi monacal, y casi me escapo de los trompazos de su padre cuando supo que la niña andaba embarazada. Como casi siempre, yo no era el padre. El "casi" es mi “modus-vivendi”, la niña me puso los cuernos, y perdió su virginidad, con un tal Casimiro, y casi no me entero si no es porque un día me vi en una corrida de toros en la tele, y no estaba entre el público, sino que estaba en la arena diciendo “muuu” , y casi ya muerto. Cambiar de canal me salvó la vida, pero me alejo de las plazas y los aplausos, que son como una droga dura cuando te pega en la cabeza.
Después de los ruedos cualquier cosa es poca, así que me intenté hacer noble, y tuve que elegir entre gas, o susto, y me hice conde de Casiragghi. Esto de la nobleza me duró poco, justo hasta la Revolución Francesa, ahí ya me hice de cruces, pero sin que me vieran para evitar la horca, y me llamé Robespierre. Casi coló el cambio, pero tuve la mala suerte de tener una manía que me delataba; llevaba la mano en el pecho, ligeramente escondida tras la apertura de la casaca, y esto me perdió. Un día estaba en una taberna, ahí, con mis compañeros de revolución, y tal. Un tipo que había pidió un coñac Napoleón, y yo sin darme cuenta dije ¿qué? al oír Napoleón. Uno que fumaba en pipa, y se llamaba Sherlock Holmes me dijo, al escuchar mi “qué” : -si tu eres Robespierre, yo soy la Reina de Saba- y como la Reina de Saba sabían todos que no era, porque llevaba gorra con orejeras, pipa en la boca, y a un tipo al lado que se llamaba Watson, basica, o elementalmente, pues me tuve que escapar acusado de ser clon sin célula madre... Bueno, casi me escapo entero, primero me cortaron la cabeza, y luego me dijeron que lo mismo ahora me admitían en el Vaticano, de cardenal general de estrategias anticonceptivas. Al final fue que no, pedían experiencia y encefalograma plano...
Unos de los mejores años de mi vida fueron en la catedral de Notre Dame, cuando hice de Casimodo para la Walt Disney. Yo era el que doble de Cuasimodo en las escenas peligrosas. Fue duro, sí, pero después de lo de las plazas y los aplausos toreros, esto fue lo mejor. Hasta casi me tiré a la Sirenita, la tenía boba, ahí la tía, siempre llamándome merluzo, pero siempre sin abrirse de piernas la muy puta...
Después vino lo del circo, un circo montado casi como dios manda, con sus artistas, sus animales, sus presentador gordo de rojo, su nombre de circo, y su casi carpa. Sí, ese fue el primer problema, la casi carpa. Encargué la carpa por teléfono, y tuve la mala suerte de encargársela a una empresa que sólo usaba tam tam. Pasó que la conversión de línea telefónica, a tam tam, pues que pierde fuerza, además de que se me cruzó la línea con Maradona que estaba llamando a una tiendas de carpas para que le hiciesen unos pantalones. Escuchar un “hasta luego pibe”, “sssniiiffff”, y cortarse la comunicación, fue todo uno. El caso es que la carpa que me mandaron, pues me la mandaron por tam tam, y el tam tam no puede transportar más de medio kilo de peso. Total, que cuando llegó la carpa al circo, se la pusimos a una señora inglesa en la cabeza, a modo de gorro de lluvia, y le vendimos la única localidad cubierta que durante algunos años tuvimos en el circo.
Ahora ya me he acostumbrado a casi vivir bien, tengo un trabajo casi adecuado, trabajo de esperador... Pedí puesto para el teléfono de la esperanza, por eso de que no quería más tam tam, y como no tenían ya, perdí la esperanza, y me desesperé. Casi me mato, pero unos señores que son cazatalentos me vieron, y pasaron de largo. El que se paró fue un señor que me vio en mi desesperación, y me dijo que lo mejor para curarla era esperar, y esperé. Casi fueron diez años de espera, hasta que me llamaron de la oficina del paro para ofrecerme dejar de estar parado. Yo les dije que eran tantos años ahí, esperando parado, sin casi hacer nada, que opinaron que casi era mejor mandarme a un puesto de esperador que había libre, y ahí estoy ahora. Bueno, ahí no, aquí, pero que es ahí. Pues sí, trabajo esperando a una persona que casi coge el tren todos los días, pero al final no puede, y aquí ando de estación en estación, casi sin parar, esperando su no llegada. Es divertido, sobre todo en semana santa, esos días me suele tocar esperar a un casimilagro. Los casimilagros son hechos inexplicables que suceden cuando se tiene fe. A un señor que iba a morirse casi le salva la vida un casimilagro, el señor tuvo fe, y casi se salva. Si además de tener fe, hubiese tenido esperanza, o caridad, seguramente se habría salvado, pero por ateólogo, se quedó fiambre.
Bueno, pues esta es mi vida, o casi toda, espero no haberme equivocado al contarla casi, casi no me acuerdo de muchas cosas, sobre todo de las que me he tenido que inventar.
Ah, y también casi fui cuentero...

© Pokit in a pocket ch.a.d.t. "Casijuán Casigonzález Casidelossantos y Casimontoro" (esperador titulado)

vértebras

Reconocí su figura desde lo lejos, estilizada hasta pinchar, delgada hasta el aire, era una imagen que esperaba desde hacía ya tiempo. No supe muy bien cómo presentarme cuando la tuve enfrente, aunque era obvio que la presentación no era necesaria, ella sabía muy bien quién era yo. He de reconocer que tuve la tentación, la absurda tentación, de salir huyendo, de correr hasta donde mis piernas me llevasen, pero desistí antes de comenzar cualquier movimiento que me llevase hacia una inútil escapada. Ella me miró a los ojos desde el vacío aterrador de su mirada. Yo no pude dejar de mirar a ese negro infinito que guardaba en sus cuencas. Me preguntó por qué no había intentado huir, alejarme de ella. Le contesté que sabía de la esterilidad que germinaba en cada una de esas falsas evasiones, y del miedo que me producían las palabras: “larga” y “agonía”, juntas, sin importarme el orden en el que compartiesen su existencia. Ella volvió a mirarme con la crudeza de la carne ausente, mientras mi carne comenzaba a parecerme gelatina, fría gelatina viscosa. Acercó su mano a mi frente, noté como los recuerdos eran lijas que me abrasaban el alma, hasta el escozor sin retorno al hielo. La sangre se me hizo arena, y las venas se desgarraban con cada latido de cristal y cal. Quise mirar al cielo, buscar la complicidad del azul eterno, pero ante mis ojos nacía la inmortalidad de millones de dudas en una sola verdad. Comprendí que era mejor no enraizarme a lo que era ya casi nada, y dejé que me besaran unos labios que nunca más me volverían a besar.

© pokit in a pocket. ch.a.d.t. “vértebras”

derivaciones hacia ti

Soy residente de las historias imposibles,
recorro las sendas que van, y vienen,
desde las cuatro esquinas
que no tiene el cielo curvo.
Me cuelgo de ojos
en los que no podré mirarme,
añoro la saliva que riega
los besos de los labios perdidos
antes de encontrarse,
y retuerzo el tiempo
para fabricar el aire
que levanta las faldas
de los paseos que no tienen fin.
He intentado sobornar a la razón,
estafar a los buenos modos,
secuestrar a la moral
que quiso ser ética,
pero la incorruptibilidad eterna
sólo es efímera más allá de mis manos.
He querido ser lejos,
para tenerte siempre cerca,
y cerca, cuando lejos hablaba de ti,
he querido ser la noche de tu mañana,
y mañana, de noche, despertarte,
para saber a qué sabe la noche
cuando se duerme tu nombre de piel en mí.

© pokit in a pocket. ch.a.d.t. “derivaciones hacia ti”

paranofobia

Estás ahí al acecho,
escudriñando en las miserias
que crecen a la sombra
de la dicha de la clase media.
Imperturbable ante todo,
corrosiva como el ácido,
descarnada como el hueso
cotidiano en la sopa pobre.
Tu silencio es la sangre
de mil venas en la arena,
y tu voz decapita la razón
por la que es necesario vivir.
Compras almas al sol,
y las vendes en el mercado
de las condenas a sombra,
perpetuando a negro su color.
Sabes de los países sin mapa,
de los huraños tesoros escondidos
más allá de la verdad y su fin,
para hacer cierta una mentira.
Hueles a lo que no huele la tierra
cuando bebe el maná del cielo,
mientras tu sabor es de vino añejo
con el rostro del vinagre escueto.
Estás ahí esperando a que te llame,
pero no puede vibrar el aire
que tiene miedo a llegar a ti,
y se queda callado mudando el cielo.

© pokit in a pocket ch.a.d.t. “paranofobia”

Los Nadies

Los Nadies

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

-Eduardo Galeano-

la tía virgen puta del Pulga

la tía virgen puta del Pulga

Me asustan los señores santos con capirotes, me dan miedo, parecen del ku-klux-klan. No puedo decirlo, el Pulga se partiría el pecho de la risa, pero en Semana Santa me da pánico salir a la calle. Con lo que a mí me gustan los tambores, tenían que llevarlos los tíos del capirote, y es que cuando se nace en el “andergraun”, se es así hasta para los miedos. Yo, cuando los veo todos en fila, desde el balcón de la casa de uno de los padres del Pulga, me quedo tieso de miedo. Allí abajo, todos tan picudos, tan sin gestos, y sin decir ni pío, que entre tanto pico ya se les podía escapar, por lo menos, un pío.
El Pulga tiene una tía que trabaja de virgen en Semana Santa, la llevan a hombros por las calles, mientras la cantan saetas según pasa. La tía del Pulga trabaja de puta el resto del año, el Pulga dice que su tía es muy perfeccionista, y que si es virgen en Semana Santa, ya sólo puede ser mujer de la vida las demás semanas del año. Tengo ganas de conocer a la tía del Pulga, y también a su marido, aunque creo que el marido anda metido en líos de apuñalamientos... Y lo que yo le digo al Pulga muchas veces; “Pulga, me parece que tu familia es una familia desestructurada...” y él me contesta mirando al cielo: “sí, si desestructurada será, pero tiene un mal arreglo que no veas”
El Pulga es un mártir con modos de verdugo, y lo peor es que no lo sabe aún...

© wilipokit in a seintgüic “La tía virgen puta del Pulga”

los taxistas no tienen cara

los taxistas no tienen cara

Los taxistas no tienen cara, se la robó el espejo retrovisor. Lo sé porque me lo ha dicho don Joaquín, el loco sabio del pueblo donde dicen que nació la madre muerta del Pulga. Don Joaquín dice que al principio sí tienen rostro, y algunos mucho, pero luego se les va quedando pegado al cristal del espejo. Por eso hay bastantes que no hablan, para no mirar al viajero y evitar que sus rasgos se borren de la piel, para hacerse rasgos de reflejo en ruedas. Qué sabia es la tecnología automovilística de hoy en día, se queda con la cara del chofer, pero no con su culo.
Yo quiero montar en taxi un día para poder ver si es verdad.

© wilipokit “los taxistas no tienen cara”

a la pata coja

a la pata coja

En las mañanas que hablan a oscuras
apoyo mi cuerpo a favor del viento.
Cuando las respuestas no tienen pregunta,
propongo un axioma con la brevedad
del verano en una sonrisa regalada al mar.
Resucitar muertos de risa
sería una solución a tanto vivo en la pena,
o colgar del techo del cielo una nube
que no deje de llover agua fresca
sobre el infierno del suelo.
Es verdad que los días comunes tienen acera,
y que las ventanas de la vida
no deben ser sólo las que asoman
a nuestra calle de ahí afuera.
Es real que no suelen ser verdades
las que se cuentan a voz en grito,
y mentira que alguna vez tenga perdón
dejar en “paso”, el caminar que llega a ti.

© wilipokit “a la pata coja”

vé lahí

vé lahí

Me pregunto si el polvo que dejan los pensamientos, es el mismo polvo que cuenta el olvido en un rincón, donde se amontonan las imágenes pintadas en color sepia. Si el echar de menos es un acto, o se convierte en fe, una fe que practica el añorar las añoranzas que huelen, y se visten, con el sabor de los labios abiertos. Camino la insolencia de la piel que se cree autosuficiente, mientras aprendo la presencia, poro a poro, de unas formas que son la arquitectura constructiva de la esencia del saber. Veo cuatro manos volando el adiós, en el delirio gaseoso de un sueño compartido hasta la ejecución de Platón. Doy la bienvenida a las despedidas para siempre, que siempre se rompen al día siguiente, quebrándose junto a la raíz de aquel viejo árbol que no tuvo sombra donde cobijarse. Añoro el echar de menos la realidad de lo brevemente borroso, la duda que cambia de parecer por el simple ejercicio de una sonrisa a tiempo, las escuelas que enseñaban la vida desde dos pechos con dirección al sur.
Podría llegar a creer que los días fueron horas usadas, pero no quise saber sus nombres hasta más tarde de ayer.

© wilipokit “vé lahí”

ser hermano de pokito tiene estas cosas...

ser hermano de pokito tiene estas cosas...

Hoy mi hermano pokito se ha despedido de un lugar al que quiere, no deja de ser el lugar donde nació. Él, que es un moñas para casi todo, no lo es para las despedidas, no le gustan. Siempre intenta decir hasta luego, y en voz bajita, no le gustan las solemnidades, ni la posible emoción que crean esas solemnidades, o sea, que además de ser un moñas, es un moñas “revenío”. Aunque a él no le guste que lo diga, sé que algo de pena ha debido sentir, pero también es verdad que ha debido sudar tinta para escribir ese “hasta luego”. Y lo que yo le digo - pokito, si es que eres un enano flacucho, pero chillas como si fueses un tipo de dos metros, y así no se puede - Y pokito siempre me mira, y sonríe con cara de salvado por la campana. A pokito le van a sobar los morros un día, es carne de capón... Ahora habrá que aguantarle el rollo, andará unos días en plan profundo, pero luego se le pasa pronto. Lo malo de estas cosas es que le suele dar por lo de la insoportable levedad del ser, por el quiénes somos, de dónde venimos, y para dónde nos llevan, en fin, una joyita el pokit durante unos días. Mañana me lo voy a llevar a dar una vuelta, el Pulga, que es como es, dice que me lo lleve de putas, y le haga un hombre de una vez. Al Pulga un día le van a crecer bellotas, y mañana al pokito me lo llevo de paseo a leer a personas que hace tiempo que no lee.

© wilipokit “ser hermano de pokito tiene estas cosas...”

perros con amos y mi rata

perros con amos y mi  rata

Hoy he ido al centro comercial que hay en el barrio de al lado del barrio donde vive el Pulga. Es un barrio bonito, tiene árboles, muchos árboles, casas con árboles y piscina, niñas rubias con los ojos azules, y morenas con los ojos azules, pelirrojas con los ojos azules, allí todos tienen los ojos azules, y unos coches que te quedas azul de mirarlos. Cuando el guarda de la barrera se distrae viendo un televisor chiquitín que tiene en la garita, me cuelo por debajo de una valla a la que le tengo hecho un agujero desde hace tiempo. El barrio es tan bonito, que se ve que lo quieren cuidar mucho, y por eso le pusieron vallas electrificadas, y perros locos con guardas locos. A los perros de los guardas los odio, pero los pastores alemanes que llevan me caen bien, están locos los pobres... Un día quiero ir con Juliana, mi rata mascota. Veo a los vecinos del barrio, con sus perros también, paseándolos todo orgullosos, y me dan ganas de llevar a Juliana. Juliana es muy educada, no hace pis en los árboles, y como no hace pis en los árboles, no tiene necesidad de levantar la pata, y tampoco ladra. Juliana muerde, eso sí, además muerde con cariño a lo que muerde, porque se engancha y no hay forma de que suelte. Hay veces que me dan pena los vecinos de los ojos azules, ellos ahí, tendrán PlayStation, sí, pero no tienen a Juliana, que es teledirigida, y muerde si se mosquea.
El Pulga siempre anda diciendo que le va a pedir una PlayStation a su madre, y lo que yo le digo: “Pulga, para qué quieres una Play Station, si no tienes ni televisor ni madre”
El Pulga me mira, y siempre me dice lo mismo: “Ya, pues por eso lo digo, por ir teniendo algo ya...”
Al Pulga un día se le va a pasar la vida por delante, y va a dar con algo grande.

© wilipokit “perros con amos y mi rata”

testimonio

testimonio

En su rostro,
la sonrisa que acuna
mi alma que ve su mundo.
En su espalda,
la hermosura del adiós
que regala los buenos días.
En sus pechos,
las cimas donde reposar
la calma teñida de sueño.
En su vientre,
el patio sin colegio
donde juegan los recreos.
En sus pies,
los pasos que con su andar
hacen girar el mundo.
No se requiere verbo
cuando se habla el abrazo,
ni cifras cuando se cuentan
los lunares de su piel.

© wilipokit “testimonio”

dame veneno que quiero morir

dame veneno que quiero morir

Hoy el cuerpo me pide comisaría, sí, taleguito de fin de semana, y es que el retirarse de la calle, un par de días, es necesario a veces. Hoy el cuerpo me pide rumba, y “lolailo”, seat ciento veinticuatro “sport”, y extrarradios de ciudad. Hoy quiero pintarla para que me detengan, hoy tengo manos “pa´larrecortᔠde los ojitos negros, manos para cartera ajena, y para acariciar a Bonnie sin Clyde. Hoy bamboleo si bamboleas, chano si chanas, y si hay que pillar por la orilla y darse el dos, pues eso, que ya estoy tardando en dar sombra en otra parte.

© wilipokit “dame veneno que quiero morir”

Demóstenes Garcia

Demóstenes Garcia

Demóstenes García era el tonto del pueblo... Todo pueblo que se precie de ser un pueblo civilizado tiene un tonto, un tonto que pasea la verdad dislocándola sin pudor, y Demóstenes era el esguince de la verdad en su pueblo, mientras montaba en su triciclo.
Pasaba el día yendo de la avenida principal, desde la tienda de Carmencita, hasta el consultorio del doctor Fonseca. Con su sonrisa como saludo, y la eterna camiseta de rayas como uniforme, Demóstenes García no reparaba en ofrecerse para ayudar a sus vecinos. Había mañanas que se le podía ver en el almacén de don Servando, el frutero, colocando la fruta en las cajas. Había aprendido que debía poner los frutos más grandes, y con colores más vivos, siempre arriba, y acto seguido los más pequeños. Así, don Servando, con una habilidad en las manos, y el verbo, que envidiarían los magos, y abogados, de medio mundo, daba salida a las piezas que nadie elegiría por sí mismo. Demóstenes sonreía siempre que ayudaba a don Servando, sabía que era participe en el engaño, y eso le satisfacía por alguna razón.
Otro de los lugares en los que Demóstenes pasaba su tiempo era en la funeraria de la señora Dolores. La señora Dolores era una amable viuda que se había hecho cargo del negocio cuando falleció su esposo, don Hipólito. Don Hipólito murió al año de casarse con la señora Dolores, un fatal ataque al corazón truncó su largo fervor por la muerte, y como justa recompensa, la muerte le dio cobijo. El desafortunado hecho sucedió una noche, cuando don Hipólito se disponía a maquillar a un difunto. Éste se encontraba sobre la mesa, tapado totalmente por una sábana, en mortal espera para parecer vivo. Pero ocurrió que el cadáver, contra toda ley vital, se abalanzó sobre el pobre funerario que, lógicamente, sufrió un ataque de pánico mortal de necesidad. No había nadie en la sala, así que nadie supo el motivo por el que el corazón se paró. Demóstenes quiere mucho a la señora Dolores, ella le enseñó el juego que más le gusta jugar, el escondite y susto. Demóstenes se reía en el entierro de don Hipólito, y el pueblo enteró pensó: “pobre tonto”.
También se le podía ver con el cura, y sonriendo, con la policía local, y sonriendo, con el juez , y sonriendo mucho. Demóstenes era tonto, sí, pero no era un gil...

© wilipokit “Demóstenes García”

martes

martes

Los martes son días de agua, siempre llueve, y quien diga que no es así, miente. Los martes no hay momento seco, llueve la pereza del lunes, llueve que aún estás a martes, llueve que el miércoles estará también encharcado de lunes. El sol comienza a salir algo los jueves, pero por la tarde. A pokito seguro que le gustan miércoles que caen en martes de enero, y por la noche.
Las semanas deberían comenzar en jueves, pero por la tarde...

© wilipokit “martes”

academia nocturna

academia nocturna

Salgo a las horas del día
en las que la noche toma calle.
Intento dormir las manías
que sólo se dan a la luz del sol,
y alimentar a las tinieblas
que se besan con el Último Beso.
Me caigo, y no me levanto,
pero nunca olvidé reptar
hasta el bar más cercano,
o digerir hasta el empacho
el suelo, que de duro, me ablanda.
Prefiero el amor con mentiras,
a la castidad más honesta de todas,
y hubo un día en el que sonreír
era gratis a los ojos de Dios.
Sigo apostando por charcos con lluvia,
y por la sonrisa sorpresa, que ríe callando,
cuando despiertan los llantos,
que no supieron saber a dormir.

© wilipokit “academia nocturna”

la noche

la noche

Como llega la noche,
llega esa inquietud en el pecho,
ese viene y va de recuerdos
que la memoria falsea
para sobrevivir a ellos.
Llega vestida de negro,
se ilumina con los instantes
que tuvieron luz propia,
sin necesidad de revivir,
porque vivieron hasta morir.
Escribe en blanco frases sueltas
que despiertan el sueño del cielo,
que hablan para siempre,
y así es, cuando sienten así,
con la realidad de la sílaba dicha.
Llega la noche y llega la madrugada,
y se añoran ya las sombras
ausentes de unas sábanas,
y de un desayuno, en su fin.

© wilipokit “la noche”

Montorotikop

Montorotikop

Ando preocupado por pokito, hoy está rebelde, y cuando tiene un día rebelde, suele terminar con un ojo morado. Termino de verle discutiendo sobre la verdad y la mentira, y sobre los multiversos, y la teoría de las supercuerdas. Él, que la única cuerda de verdad que ha tenido en su vida ha sido la del yoyó que robó en Gstaad, cuando fuimos a esquiar a los Alpes, y no pasamos de Torrelodones. Está rebelde, muy rebelde, hoy pretenderá llamarse Montoro, y lo que yo le digo; “pokito, si te llamases Montoro, ni serías mi hermano, ni nada”, y él me dice; “no, si ya...”

© wilipokit “Montorotikop”